Hola a todas y todos! Agradezco la instancia para compartir
nuestras vivencias y darles una vuelta reflexiva, identificando
qué no queremos replicar en las escuelas de hoy, ya que sin duda
por ahí parte el cambio.
He dado muchas vueltas al tema, ya que siento una dualidad en mi
experiencia escolar respecto a las prácticas sexistas: Cursé la
enseñanza media en un liceo de mujeres, y, por un lado, percibo
que gracias a ello tuve la oportunidad de crecer, expresarme y
explorar mis capacidades de manera mucho más libre y desinhibida
con mis compañeras que si hubiera estado en un espacio mixto.
Nunca me sentí coartada o disminuida en los espacios
intelectuales, artísticos o políticos en que participé por razón
de mi sexo, ya que al ser todas mujeres, se trataba de espacios
entre iguales. Sin duda, ello me permitió tener más seguridad en
mis talentos y capacidades.
Sin embargo, es indudable que la escuela como institución se
encargó permanentemente de reforzar un rol de género y modelos de
comportamiento asociados a aquello que era propio de "señoritas".
No gritar, no jugar brusco, no usar pantalones ni cortes de pelo
"masculinos", y lógicamente, no relacionarse afectivamente con
mujeres eran algunas de las exigencias.
Y, si bien se nos preparaba para entrar a la universidad y
volvernos de ese modo mujeres exitosas, todos los próceres,
grandes científicos, escritores o artistas de vanguardia que
estudiamos eran hombres, y no recuerdo haber observado muchos
modelos de mujeres destacadas (fuera de algunas icónicas
ex-alumnas), por lo que las figuras inspiradoras que mostraban el
camino de una mujer en el mundo profesional eran, por decir lo
menos, escasas. Mucho más recurrentes eran, por cierto, las
asociaciones mujer/madre, mujer/esposa o mujer/buena dueña de
casa como sinónimos de realización personal completa.
La escuela debe transformar estas prácticas, y tomar un rol
activo en la promoción del respeto, equidad y justicia en todos
los sentidos, y un área fundamental para ello es la instalación
de una enseñanza no sexista, que potencie a cada niña, niño y
adolescente a soñar en grande, sin limitarles para encajar
en roles de género.
¡Que la escuela muestre un mundo de posibilidades para que cada
cual descubra su camino de vida en libertad y llena/o de amor y
apoyo!