Nos manejábamos a la perfección en las aulas tradicionales. Nos sentíamos cómod@s en un lugar que conocemos desde que iniciamos en nuestra propia educación formal. 

La exigencia que nos trajo esta pandemia, a much@s nos sorprendió con pocos y, en algunos casos, nulos conocimientos sobre trabajo con este tipo de tecnologías. Ante esto, la generosidad de colegas más jóvenes que compartieron sus conocimientos fue fundamental. 

Afortunadamente conocía estrategias de Power Point que le dieron más dinamismo a mis presentaciones que también utilicé para elaborar videos explicativos con la extensión Loom de Google. Hoy en día también puedo manejar plataformas de conexión (Google Meet) con las funciones apropiadas para llevar a cabo una clase y algunas herramientas que Google ofrece. De ellas, la que más he utilizado es Jamboard; una pizarra digital que me permite incorporar imágenes (modificar tamaño, moverlas, rotarlas), escribir a mano alzada con distintos tipo de lápices y diferentes colores, destacar momentáneamente algún elemento que quiero mostrar a mis estudiantes, escribir con el teclado, insertar formas, entre otras funciones. Funciona perfecto para simular un cuaderno cuando necesitamos que nuestr@s estudiantes desarrollan ejercicios. 

Las mayores dificultades están en la baja cantidad de estudiantes que se presentan en clases, debido a la falta de recursos económicos o el poco apoyo de las familias. 

Sí es importante hacer una autocrítica para mejorar: nunca perder el dinamismo de la clase y la activación de la atención. Intentar usar más el rostro y sus gestos, el cuerpo si es posible, tener siempre más de una estrategia preparada para que las y los estudiantes sientan deseos de participar en mi clase.