La llegada de la pandemia hizo aún más visibles la precarización y
la desigualdad en este país. Las enormes limitaciones que muches
estudiantes tienen a la hora de poder acceder a un espacio de
estudio en su casa son de especial preocupación, y es que no basta
con solo contar con acceso a internet, o contar con un dispositivo
tecnológico que permita una conexión idónea, a lo que se agrega
que, de hecho, tampoco basta con un celular. El contar con una
computadora personal, internet, y además con un espacio adecuado
para el estudio no es una realidad para una gran cantidad de la
población. Sin embargo, aunque ha existido una priorización
curricular, el ajuste a la modalidad a distancia ha llenado a la
educación de mayores dificultades, las ha acrecentado, dada la
realidad de tantas y tantos.
Teniendo eso en consideración, adecuar una clase presencial hacia
el entorno virtual es un desafío de dos caras que se vinculan una a
la otra: por un lado, hay que generar las herramientas y
motivaciones para que les estudiantes se involucren en su propio
aprendizaje, y por el otro lado, hay que considerar las
limitaciones de cada estudiante en el contexto virtual, lo que
muchas veces obstaculiza precisamente ese
involucramiento.
Durante el año 2020 trabajé en un preuniversitario popular como
educador de historia y también apoyé en matemáticas, y la tónica
era muy similar a la que tenia en mis clases universitarias:
estudiantes con cámaras y micrófonos apagados, poco partícipes, y
con dramas personales y familiares detrás en muchos
casos.
Todo ello me lleva hoy al desafío de implementar mejores
herramientas para el trabajo asincrónico particularmente,
promoviendo a les estudiantes que se involucren considerando su
FODA, priorizando el tiempo sincrónico para debatir y reflexionar
en torno a los elementos revisados asincrónicamente, mediante
actividades didácticas y eventualmente lúdicas.
El desafío de la educación online en contexto de emergencia
de Marco Medel Henriquez - Número de respuestas: 0305 palabras