Las pretensiones en el plano laboral de este proyecto
constitucional son ambiciosas y pueden parecer imposibles de
implementar en nuestro Chile, incluso para algunos son utópicas.
Pero, en realidad en muchos rincones del mundo, específicamente
en países desarrollados donde se ha logrado mayor nivel de
igualdad y oportunidades, estas políticas y prácticas laborales
son una realidad.
Chile sin dudas necesita una pronta actualización en materia de leyes laborales y un cambio profundo para satisfacer ese vacío o nula protección que existe para sus trabajadores frente a las malas condiciones de trabajo y nefastas prácticas de parte de los empresarios. Sin embargo, de aprobarse esta nueva constitución, las leyes que se puedan crear sobre esta materia deben regirse bajo dos importantes términos que esta carta magna incorporaría, "digno" y "decente". Por lo tanto, se daría el primer paso para ir en camino hacia la materialización de la dignidad laboral (en el trato, condiciones de trabajo), mayores derechos para los trabajadores, libertad y empoderamiento sindical, estabilidad laboral, entre otros.
Todo lo anteriormente mencionado conllevaría poco a poco a una sociedad de bienestar o más bien, una sociedad que normaliza el buen vivir, ya que mejorías profundas al sistema laboral y al empleo en sí, repercutirían directamente en la calidad de vida de los ciudadanos.
Mejor calidad del trabajo, sistema y políticas laborales...mejor vida para el trabajador. Pues, el trabajador tiene una mejor respuesta otorgando más productividad y a su vez, puede soñar y proyectarse. Lo que hoy está lejos de ser, muy pocos pueden decir y hablar de proyecciones en la vida, ya que el empleo es muy precario, inestable, desprotegido legalmente, muchas veces mal remunerado, expuesto a la explotación y abusos.