Sin duda que los conflictos letales no llevan solo la muerte de combatientes y población civil, sino también llevan a la sociedad a la desestructuración. La mano de obra masculina, históricamente, de los procesos productivos está en armas y la mujer comienza ocupar su lugar , hasta incluso en la industria de la guerra. Procesos administrativos, de salud, educación y en general , todas las áreas de la vida productiva y servicios es ocupada por las mujeres. Parte importante de la alimentación va destinada a los combatientes. La mujer pasa a ser la proveedora del hogar y mantener en funcionamiento la sociedad. A la hora de los acuerdos de paz, la parte militar y política deberá abordar los temas de las armas, condiciones de los combatientes, límites y hasta ahora los mismos señores de la guerra, abordaban las condiciones de la reconstrucción , la rehabilitación de las estructuras y procesos para la vuelta a la normalidad. Son las mujeres en ese contexto las que viven y son el sostén del andamiaje social socavado, por tanto conocen claramente las urgencias, las importancias, los actores mas dañados y con claridad entonces las respuestas reparadoras sustantivas. Los señores de la guerra siempre piensan en como ellos salen lo mejor parados del acuerdo. La visión humana y social, asertiva de ese momento la tiene la mujer.
Esta visión que parte desde la visión de género, abarca a la sociedad completa. Esa doble mirada del integra su sensibilidad como sostenedora del hogar y de su rol en la mantención de la actividad económica y social , enriquece los acuerdos en la dimensión humana y le da a la paz un piso real y mas justo a los que necesitan ser reparados.