Numerosas veces, los mismos docentes eran quienes nos marcaban
límites
sobre lo que podíamos
o no hacer, por ser mujeres o por ser hombres. Haciendo
distinciones sobre los tipos de juegos o actividades que
podíamos
o no realizar, incluso muchas veces dentro de
las mismas clases de educación
física
habían
distinciones sobre los deportes que podíamos
practicar por ser mujeres. Por otro lado, el comportamiento
que se esperaba de las mujeres, era muy distinto al que se le
permitía
a los hombres. Se esperaba de las primeras mayor orden tanto en
la sala de clases,
el recreo e incluso en los cuadernos.