Es lamentable ver como de tiempos antiguos se empezó a entregar una versión antojadiza del pueblo mapuche e influenciada por intereses políticos, económicos y sociales de los conquistadores e invasores.
Además es impresionante como nuestros próceres Chilenos, desde esa época desconocieron los tratados suscritos con el pueblo mapuche y los acorralan quitándoles sus tierras primo la mirada mezquina, toda vez que la zona de la Araucanía fue el principal granero de Chile y América, es cosa de leer el libro de Luis Duran , Frontera. Yo pienso que la historia debe reescribirse y creo que con los 17 escaños para los pueblos originarios ganados para que estén incorporados en la discusión de la nueva Constitución, se puede lograr un avance y se reescribirá. Pero no hay que negar que el país tiene una deuda histórica que debe saldar y ello no se logra con la militarización que hoy existe y esa entrega de subsidios. Por tanto ese imaginario es construido a partir de intereses y es un deber histórico su deconstrucción a partir de lo real y no satanizarlos. Respetarlo como pueblo ancestral y devolverles sus derechos, reconocer su cosmovisión, lengua y cultura como parte de nuestro patrimonio y orígenes, todos somos mestizos y llevamos sangre mapuche en nuestras venas.
El emerger de la bandera mapuche en las marchas y estallido, yo lo interpreto como una señal de lucha y resistencia, si pensamos la guerra de Arauco tuvo 300 años y continúa mas vigente. La juventud ve en esa bandera la conexión con la tierra, con nuestra esencia de lo que somos y de los despojos que también han sufrido, exclusión, endeudamiento, cesantía, falta de oportunidades, represión, hay una suerte de empatía muy potente.