¿Considera que una mujer que ocupa un alto cargo de representación internacional tiene alguna posibilidad de incorporar un enfoque de género en su actividad político-diplomática, o debe sólo implementar los lineamientos que emanan de las instancias superiores del país que representa?

Su posibilidad de impacto dependerá de la real visión y acción que tenga el Estado al que representa, en cuanto al enfoque de género. Muchos Estados han realizado grandes declaraciones al respecto como muestra de inclusión, sin embrago en la práctica, las palabras no se han traducido en hechos concretos o de real impacto. Se continúa relegando a las mujeres al rol de víctimas y no de reales agentes de cambio y acción.

Algunas de las medidas tomadas se han limitado a ser parte de una suerte de agenda de segundo nivel, demostrando que el enfoque de género no es no es la norma rectora, sino más bien lo accesorio y departamentalizado.

La acción de las mujeres en cargos de actividad político-diplomática debe estar respaldad por toda una orgánica gubernamental y estatal que en conjunto establezca reales cambios culturales a su interior para así relacionarse en un contexto internacional que está demandando ser inclusivo.

No puede limitarse meramente al actuar cotidiano e individual de las mujeres en diplomacia, pues debe ir más allá de lo anecdótico, peculiar o curioso. Debe ser la norma, por tanto, debe ser impulsada por los gobiernos y Estados, de manera concreta, prioritaria y persistente en el tiempo.

A pesar de que existen ejemplos donde el enfoque de género y la política exterior feminista es oficial (Suecia, Canadá, Francia, Alemania), aún falta que más países lo consideren de igual forma.

En el caso de Chile, los cambios vertiginosos que están ocurriendo en nuestra sociedad, están llamando a hacer efectiva este tipo de política exterior, pues su impacto va más allá de las relaciones entre países, si no que habla de una cooperación e interacción global y del estado en que la igualdad de género es efectiva o no al interior del país. El proceso constituyente abre la oportunidad para concretar un enfoque de género transversal, que permita el desarrollo de las mujeres y sus aportes en todos los niveles.