Porque no es una forma de destrucción vacía, sino que constituye
en si misma un mensaje. Podría pensarse que si los símbolos son
una forma no verbal de imponer una visión del mundo por parte de
quienes ejercen el poder, la destrucción de estos constituye de
forma lógica una contra reacción a ese mensaje, y una forma de
expresión con contenido político en si misma.