Los monumentos conmemorativos son evidencia de un momento de la historia, marcando hitos en ella que se espera incorporar a la memoria nacional, probablemente, por la búsqueda o asentamiento de una identidad.
Más que rendir honores a personas, creo adecuado rendir honores a los grandes momentos de la historia, por lo cual, los monumentos deben ser más simbólicos que personalizados, es decir, más que una estatua de un prócer o de una persona, se debe cultivar el arte, la reflexión y la expresión para que se plasme en los materiales de nuestra tierra (madera, piedra, cobre, entre otras) el símbolo de un momento histórico, de manera que quien lo observe, pueda interpretar el proceso que representa, que inteprete el sentir de dicho momento, las miradas que convergieron y que se desea plasmar en cada uno.
Creo que los monumentos deben ser más simbólicos que dedicados a una persona, cada uno con su contexto de producción que permitan su interpretación y , a la vez, crear nuevas interpretaciones.