De acuerdo a lo expuesto en las presentaciones, las armas
predilectas con las que cuenta el poder, con el monopolio de la
fuerza y la capacidad de imponer una narrativa oficial.
Probablemente la segunda sea la más poderosa y la que genere más
ramificaciones, por su sutileza; creo que nos cuesta mucho
racionalizar el hecho de que la narrativa de una época constituye
en si misma una decisión política y satisface muchas veces
el interés de grupos de poder específicos. Además, nos cuesta
percibir a los símbolos como tales, y por lo mismo, asumir que
mucha de la materialidad que nos rodea está imbuida de una
narrativa que no es neutral, y que siempre es sano
cuestionar.