La memoria histórica actual de Chile, necesita reconocer y atender la gran diversidad de personas y pueblos, sincronizando la construcción del pasado como del presente, dando sentido al valor a la ciudadanía, no olvidando el gran desafío de evitar las graves violaciones a los Derechos Humanos, entre otros...
En principio, estoy de acuerdo con lo que plantea Ana María
Marín. No hay que olvidar que, sin embargo, lo que llamamos "la
memoria" es, en realidad, una especie de competencia entre
múltiples memorias que, en alguna medida (no todo el tiempo, pero
según en qué momento y escenario) pugnan por imponerse a sus
competidoras. Estas memorias son, entonces, discursos en
competencia, cada uno con sus propias fuentes de legitimidad,
límites, horizontes, etc. Así, llegados a este punto, podríamos
preocuparnos de ser claros en cuanto a que ciertas memorias
podrían competir por ganar el favor del público mientras respeten
ciertas reglas mínimas de razonabilidad, o respeto a ciertos
mínimos legales o de DD.HH. Precisamente por razones como esas,
un monumento a los nacis chilenos (creo que así les decían a
inicios del s. XX, con "c" en vez de "z") muertos en la Matanza
del Seguro Obrero de 1938 sólo sería permisible en tanto diera
información de contexto histórico, y en ningún caso legitimara o
glorificara ningún discurso supremacista racial.
En respuesta a Jose Ignacio Johnson Palma
Re: Memoria histórica en Chile
de José Ignacio Iñiguez Sepúlveda -
Concuerdo en eso. Pensando además que estos nacis chilenos no
tenían nada que ver con los nazis de Alemania o Austria y dentro
de sus conceptos no estaba la supremacía racial.