Hola buenas noches a todes!
Considero que la acción política está presente a nivel de agenciamientos micropolíticos, los que dieron origen a que les estudiantes secundaries se saltaran los torniquetes y esto resonara expansivamente y desatara el estallido que duró hasta comienzo de la pandemia, y que permanece latente pues es la vida contenida y despojada de sentido. Como viene antecedido de los movimientos estudiantiles de 2006 en adelante y la revuelta feminista, ha logrado articularse desde los cuerpos despotenciados, desde el malestar generalizado aunque singular en sus expresiones.
Esto gatilló que el día de hoy se esté por escribir una nueva constitución, que como pudimos ver y pese a todos los pronósticos obedece a representaciones de un universo, si no múltiple, más variado de subjetividades. Estoy expectante respecto sobre qué expresiones molares quedarán capturadas en la Nueva Constitución y qué horizontes sociales se enunciarán: me interesa en especial el cómo se va definir la relación sociedad-naturaleza en este nuevo proyecto de Pluri-Nación y qué subjetividades construirá.

Hola, buenas tardes!
No sé si utilizo bien los conceptos, ni  si se conectan del todo las ideas, pero en modo de aportar a la discusión podría decir que la acción política aparece en tanto el colectivo habita las grietas del sistema, en cuanto se desprende de las mecánicas opresivas del tiempo y desarticulan sus cuerpxs en torno al molde que se le impuso. Resulta un proceso de detención que nos aproxima al deseo en su estado original, al imaginario político anhelado que se resguardaba en el inconsciente colectivo. Una ruptura del continuum y, por lo tanto, una apertura a nuevos mundos posibles.
De ello surge la acción política, sustentada en los embates de la realidad, responde críticamente al estado inerte de las cosas.

En mi opinión, para comprender la aparición de la acción política a partir de este estado de cosas es sumamente importante de ver las cosas según otra perspectiva intelectual que no sean alternativas al programa intelectual neoliberal que contribuye a la mantencion de este orden social .

Hola. En mi modesta opinión la acción política es intrínseca a la vida en sociedad, por lo que no se puede anular. Cierto que el neoliberalismo suspende la crítica social y promueve la indiferencia política, pero las sociedades son móviles y fluctuantes y no hay ideología que pueda retener por mucho tiempo los cambios. Sobre todo si la precariedad de la mayoría se agudiza. La acción política de algún modo se manifestará.

Hola, buenas tardes.
Considero que para comprender la aparición de la acción política a partir de este estado de cosas es necesario trabajar sobre una lógica de problemas y no de soluciones, que es como creo se movería la política y sus planes desplegados, se supone que esa lógica de soluciones significa una clausura simbólica e impide siempre la problematización para con los agentes, entonces se depende de políticas universales que desconocen las singularidades y configuran esta lógica de políticas sin sujetos o sujetos devenidos en objetos, esas políticas universales por ejemplo generan que el campo de salud, se vuelva esencialmente un campo de control social. Por lo que habría que generar coherencia en concordancia a la acción de los sujetos en situación a través de planificación basada en acción metapolítica, que propone centrar la acción, reconociendo que no siempre es racional, que está ligada a intereses y es necesario pensarla a través de la construcción colectiva. Para poder transformar la estructuras los espectadores deben transformarse en actores/agentes de sus propios contextos.

La subjetividad cínica propuesta por Sloterdijk es quizás el punto de inicio posible de toda acción política dentro del modelo neoliberal. Desde esta perspectiva se nos señala que la actitud cínica consiste en observar y asimilar un mañana que adopta el doble carácter de lo insignificante y de la catástrofe probable o cierta mientras sigue actuando una pequeña esperanza de supervivencia. A partir del reconocimiento de este malestar constante no solo en nosotros cómo individuos sino también en el otro, se crean vínculos que facultan el cuestionamiento a la estructura de poder dominante. Esta interpelación colectiva se materializa en actividades políticas alejadas de la centralidad de la individualidad propuesta por el relato neoliberal, y es ahí donde gestan los movimientos sociales y se posicionan cómo fuerza movilizadora del cambio político en el siglo XXI.

De antemano pido disculpa si no se entienden mis ideas, pero creo que la aparición de la acción política pese a tales restricciones si es posible de realizar, incluso en el peor de los escenarios, porque pese a la impronta propuesta por un habitus tan limitante como lo es el neoliberal, siempre existirán las diferencias individuales que encontrarán acogida en otros con ideas símiles, ya que diariamente, y sin quererlo, hacemos acciones que tienen estrecha relación con la política; aunque, debo señalar que por ignorancia o por efecto de las ideas hegemónicas en las personas, esta convergencia de pensamientos pueda tomar años en salir del plano individual al colectivo, y viceversa.

A grandes rasgos se me ocurren tres aristas que contribuyen a romper el orden establecido, impulsando así un terreno fértil para la transformación de la acción política:

a.- La masificación de cierto hastío, donde distintos grupos de individuos comparten el mismo malestar, algunos llegan a articularse en movimientos sociales, otros en cambio, se quedan más en una sensación de pesadumbre que una propuesta de cambio, pero aun así, el hecho de evidenciar necesidades comunes vuelve a encender un espíritu gregario y con ello la esperanza.
b.- La visibilidad de la fragilidad del poder. Se nos vuelve evidente que el sistema se mantiene gracias a la autodisciplina de cada ciudadano y gracias a la complicidad que cada uno a su modo profesa.
c.- El cambio de paradigma de la juventud. El reajuste de límites de tolerancia moviliza hacia el cambio a la sociedad en su conjunto.

Como dijo Foucault, "Donde hay poder hay oposición al poder" y el poder, no solo en sociedades neoliberales como la chilena de la actualidad, siempre intentará la anulación de los sentidos para lograr la perpetuación de su status quo,. la mantención del orden en las sociedades autoritarias es esencial en sus políticas de gobierno; por otro lado mientras este sistema de control se camufle en la normalidad y en la falsa percepción de bienestar, mas perfecto será para lograr el control deseado por las fuerzas de dominación. Sin embargo la racionalidad y la capacidad de discernimiento siempre estarán latentes en los seres humanos, y no en pocos, lo que permite que siempre existirá la amenaza, para el poder, de que ocurra la acción política y en algunos casos la rebelión necesaria. Así que este presente que pareciera eterno, en realidad no llega a serlo, solo es temporal.

Quizás la respuesta este dada por la construcción de colectividades pequeñas, dispositivos de organización social "mas primitivos" que la conformación partidista tradicional, es decir, el actuar político estaría dado por celular que se interconectan con otras y logran conformar un tejido político de acción, siendo el principal desafío lograr mantener un deseo que los mantenga unidos como colectivos y que individuación no ejerza efectos en el relato colectivo y por ello, en el deseo colectivo que estaría dada por el concepto de dignidad, como la meta a lograr, sin embargo, estas celular junto con crear tejido deben lograr un cuerpo y desde ahí, un dejar en entredicho el individualismo social

En una subjetividad que pareciese no concebir un afuera posible, tal como señala la famosa frase asociada a Margaret Thatcher ‘There is no alternative’, me parece que es justamente en el ejercicio de buscar y habitar los márgenes de la subjetividad neoliberal, en donde se generan encuentros, alianzas y resistencias que activan lo político desde espacios-otros, que posibilitan, a su vez, que subjetividades disidentes y acciones micropolíticas encuentren resonancias en el cuerpo social y escalen a movimientos multitudinarios como lo ocurrido en la revuelta chilena de octubre. En ese sentido, considero también que la revuelta como una expresión de resistencia, es permanente y se articula e irrumpe con distintas formas, intensidades y desde distintos y diversos tiempos, territorios e imaginarios.

Contribuye a lo anterior, por supuesto, el neoliberalismo mismo que, en su radicalidad, acrecienta no solo lo que presenta como sus principales atractivos y ventajas, el crecimiento económico y la explotación de la individualidad y diferenciación, sino que, al mismo tiempo, incrementa y profundiza sus crisis y múltiples fisuras. Como si de una pulsión de muerte se tratase, el deseo de crecimiento infinito mediante la dominación y explotación que habita como corazón y motor del sistema mismo lo empuja también hacia su propia destrucción.

Llevamos algo más de treinta años sin que exista un ordenamiento económico diferente al neoliberal. Con aquel derrumbe, pareciera que a la vez se sepultó la expectativa de lo diferente, de aquel programa en construcción.
A falta de un gran relato que se oponga al neoliberalismo, en los últimos años se ha visto la proliferación de oposiciones a escala menor, pero éstas gradualmente han confluido. Ha sido importante en este proceso hallar los elementos compartidos, como podría ser por ejemplo la conceptualización de la deuda. Esta se hace manifiesta en forma transversal, abarca a quienes reciben jubilaciones miserables, a quienes tienen enfermedades de alto costo, a la generación de profesionales jóvenes endeudados con los bancos, a quienes evaden el pago del transporte público porque si no lo hicieran no podrían pagar sus deudas con el retail.
En esta confluencia se ha generado una forma de acción política diferente. Como no tiene la forma estudiada clásicamente, ha sido tentador creer que no hay política. Creo que las elecciones de mayo mostraron una nueva forma de acción política que, ojalá, se quede con nosotros.

Es posible comprender el surgimiento de la acción política, sobre la base de la acumulación de malestar en la sociedad, que en nuestro país se manifestó con el estallido social de 2019. Se produjo una convergencia de malestares y surgió la necesidad de una articulación, para que las distintas posiciones y críticas expresadas pudieran conectarse, con el objeto de generar cambios, lo que trae aparejado un quiebre respecto del estado de cosas existente.

No conozco en profundidad al autor. Pero entiendo que la acción política está imbricada al poder. Este poder posibilita mecanismos que requieren producción de subjetividad a partir de diferentes dispositivos que a su vez necesitan del individuo
a quien transforma en sujeto social.

Planteo una respuesta a la luz de lo que hemos experimentado durante los última década. Creo que aunque el discurso dominante neoliberal se empecina en la mantención del status quo, la aparición de la acción política es inevitable después de la demostración de que esta vida individualizada ha tenido enormes consecuencias para el colectivo. Nuestra experiencia reciente, demuestra que ese discurso cínico, produjo un hartazgo que cimentó una conciencia colectiva que ha validado acciones políticas pacíficas o violentas, como metodo de subversión ante un orden enquistado e inamovible. Al parecer esa esencia movilizadora, dinámica y transformadora del ser humano en sociedad al fin y al cabo no puede ser opacada para siempre. O al menos así ha quedado de manifiesto en Chile desde los movimientos sociales y el mismo estallido social.

Sabemos que la política existe en la cotidianeidad y en el diario vivir, sin embargo, la complejidad del relato neoliberal, a mi parecer, es la sensación de bienestar que genera, al facilitar el acceso a ciertos bienes materiales que parecieran traer un nivel de estabilidad y, así, tiende a esta especie de competitividad entre individualidades, contrario a la organización que requiere el avanzar hacia una acción política real, que necesita del reconocimiento de que el malestar es colectivo, para avanzar a la organización: de la individualidad, a la organización colectiva, que permite la acción política.
En este sentido, en el caso del nivel de organización que se alcanzó en el estallido social y el avance real a la acción política alcanzada, no se si me atrevería a hablar de una superación del relato neoliberal, pero si de un despertar, que podría llevar al menos al cuestionamiento de esta coyuntura.
El malestar era tan grande y había sido acumulado por tantos años, en los que habíamos estado funcionando medio en modo automático, en torno al relato neoliberal, reconociendo el malestar constante, pero sin transformarlo en acción. Fue tanta la acumulación, que al reconocer que era un malestar generalizado, al hacer colectivo este malestar individual, logró hacernos despertar del sueño neoliberal.

Francis Fukuyama planteaba muy voluntariosamente el fin de la historia en los 2000, y en realidad era sumamente difícil tensionar su posición, los socialismos reales parecían un pasado muy distante y los lideres de izquierda hacían todo lo posible para distanciarse del aquel modelo añejo y fracasado. En Chile teníamos nuestro propio presidente socialista aclamado por los grandes empresarios. Controlaban los medios de producción, los medios de comunicación masiva, una revolución neoliberal exitosa como ninguna otra. Que podía fallar?? Casi nada, salvo que en las entrañas del modelo neoliberal a la chilena, ese capitalismo que se juega solo entre los amigos de sanhattan dejando al 99% de la población compitiendo por el chorreo empezaba a incubar el malestar. Ni todos los aparatos de reproducción del estado ni toda la colonización de la subjetividad pueden construir una realidad impermeable a la experiencia. El oasis no era tal, endeudamiento extremo, la meritocracia una quimera, y para ser brutalmente honesto no fue el nuevo sujeto de la historia sino el sujeto capitalista consumidor que empezaba a exigir mediante la acción directa equidad de trato. Si las empresas se coluden, si los millonarios no pagan impuestos, si los políticos violan la ley que ellos escriben, los cimientos del contrato social se diluyen. Mas bien explotan, a falta de gobernanza, ya que la política en su diseño constitucional estaba proyectada no para resolver los anhelos de las grandes mayorías sino para la subordinación a aquella minoría privilegiada, no quedó otro camino que la crisis político social mas grande de los últimos años 30 años. Mas allá de la legítima protesta, también despertó el tejido social que empezó a articularse en cabildos y asambleas territoriales hasta que el COVID no solo empezó a llevarse nuestras vidas sino que congelo nuestro renacimiento democrático. El paréntesis parecía demoledor, tanto que el oficialismo rápidamente olvidó lo supuestamente aprendido post octubre 2019 y planteo una estrategia en pandemia basada en el control social del espacio publico, el salvataje del mundo financiero y la coacción de protección económica de la la mayoría social a través de sus propios medios, "ley de protección del empleo", retiro de los 10% previsionales , etc. Aquello sólo se tradujo en incendiar más aún el malestar reflejándose en el rotundo apoyo del apruebo y del masivo apoyo popular hacia las fuerzas transformadoras de los candidatos constituyentes. Sin embargo la maquinaria del poder neoliberal sigue vigente y las posibilidades reales de articulación popular territorial en una pandemia con indicadores críticos hasta la actualidad es al menos dificultosa. Ahí esta el desafío, en la medida en que logremos incidir desde las bases un proceso constitucional participativo, transparente, feminista , multicultural y transformador podríamos anhelar fundar las bases estructurales de un modelo distinto, que no sabemos certeramente cual es, pero que sin embargo pienso que culturalmente al menos, la fractura neoliberal es irreversible. En un paisaje en que la verdad neoliberal era irreductible, la incertidumbre es esperanzadora.